miércoles, 6 de octubre de 2010

Teatro social en cada uno de nosotros

Tras la exposición en clase del teatro del oprimido, hicimos una puesta en práctica e hicimos una simulación de lo que sería un Teatro del Oprimido en la clase, con la técnica del teatro foro. (Participación de los actores)

Empezamos poniendo la canción de Bersuit, zi, zi, zi en la cual habla de un argentino que está desesperado, quejándose de que los políticos no hacen caso de lo que nos pasa a los "curritos" y critica la burocracia.

Antes de empezar la canción, repartimos carteles por la clase, en un extremo: INEM, en otro, SERVICIOS SOCIALES, y en el otro SOCIEDAD. Mientras duraba la canción la que hacía de inmigrante, iba paseándose por ese orden por las instituciones, en el INEM, asentían con la cabeza y le colgaban una etiqueta de: INMIGRANTE, al acudir a SERVICIOS SOCIALES: se le puso. SUPERA BAREMO, y la parte de la SOCIEDAD le pregunta a través de mímica que cuál es su problema, se dan la mano, se abrazan y se le pone otra etiqueta: EXCLUIDO. Entonces huye, cae al suelo y se acaba la función.

Como en el teatro del oprimido, quisimos que los compañeros se volviesen especta-actores y opinasen sobre cómo cambiarían la escena, porque esto es algo que nos incluye a todos como miembros de la sociedad y no debemos ser indiferentes, participaron tres personas con propuestas muy bonitas:

Uno de los compañeros quiso cambiar los nombres de las etiquetas: en lugar de “inmigrante” lo llamó “buscador de sueños”, en lugar del INEM, escribió, “trabajo suficiente”, expuso que no deberían existir los Baremos, y en vez de escribir excluido escribió “bienvenido”. Me parece que es fundamental la opinión de esta persona, porque aunque parezca un cambio muy simple pero el cambiar el nombre, es una iniciativa para cambiar la actitud, y nos vino a decir lo que para él lo que era “un mundo ideal” en esta sociedad. Las ideas sencillas también pueden ser grandes, y ésta lo era, además de ambiciosa. Aunque si hubiese sido un Teatro del oprimido de verdad, el Curinga, que es el supervisor y explica todas las reglas del juego y juzga las respuestas de quien interviene, tiene que aceptar opciones que estuviesen al alcance del oprimido en cuestión, pero lo que planteábamos era un poco difícil, y como éramos conscientes del miedo escénico y nos encantó la idea, como innovadora y llena de esperanza no se le dijo nada.

La segunda intervención fue parecida, este compañero recogió los carteles de INEM, SOCIEDAD Y SERVICIOS SOCIALES que estaban (aposta) repartidos por la clase en puntos muy diferentes, y los juntó, diciendo que no podían funcionar adecuadamente si cada uno se dedicaba a hacer su función sin contar el uno con el otro, sus palabras textuales fueron: “yo los pondría unos al lado de otros, con unas orejas grandes, para que se escuchen entre ellos, para que no se ignoren y empiecen a escucharse y trabajen juntos”. No pudimos evitar una sonrisa al escuchar esto porque era la solución que se nos había ocurrido a nosotras, y es que la colaboración entre ellos hará que no sean tan rígidos dentro de sus propias reglas y en el caso de que una cuestión concreta no la puede gestionar una de estas instituciones, que lo haciese otro, pero no para “pasarse el muerto” sino para hacer una gestión eficaz, y lo más importante, interesarse por esa PERSONA a la que se está intentando ayudar, porque lo que nos hace distintos de una institución es que somos personas y con nuestra inteligencia y sensibilidad deberíamos replantearnos las reglas y si a través de ellas se consiguen los objetivos finales, y esta reflexión nos lleva a hablar de la última intervención que hizo una compañera de que no deberían existir tales etiquetas, como EXCLUIDO, SUPERAS BAREMO e INMIGRANTE, que en nuestro número eran bastante visibles, no deberían existir, se “deberían arrancar de cuajo” lo más llamativo es que la mayoría de estas etiquetas son invisibles, creadas a base de prejuicios y estereotipos con los que convivimos y deberíamos EDUCAR en la diversidad para evitar estos juicios y que las etiquetas vayan desapareciendo.

La solución ideal (desde nuestro punto de vista) sería que el hombre que llega desesperado a buscar consuelo en la sociedad, ésta le haga un acogimiento de verdad y que el protagonista, que tiene que ser un ejemplo de fuerza y lucha debe, dentro de la sociedad, establecer redes sociales que impidan que vuelva a ser sujeto excluido, eso es lo que, al menos a nuestro juicio, es lo que tiene a su alcance, buscar redes sociales que luchen contra esta opresión llamada EXCLUSIÓN.


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